MLS PSYCHOLOGY RESEARCHhttps://www.mlsjournals.com/Psychology-Research-JournalISSN: 2605-5295 |
Cómo citar este artículo:
Vivas, M.A., Martinez, R., Vivas, L., Romero, K. y Arroyo, K. (2022). Asociación de los estilos parentales, estructura y percepción familiar en la aparición de conductas delictivas en adolescentes. MLS Psychology Research, 5 (2), 149-164. doi: 10.33000/mlspr.v5i2.1109.
Asociación de los estilos parentales, estructura y percepción familiar en la aparición de conductas delictivas en ADOLESCENTES
Maria Angélica Vivas Dominguez
Corporación Universitaria del Caribe (Colombia)
maria.vivas@cecar.edu.co · https://orcid.org/0000-0002-6766-5010
Robinson Martinez
Corporación Universitaria del Caribe (Colombia)
robin27martinez@gmail.com · https://orcid.org/0000-0002-2251-2731
Laura Vivas
Corporación Universitaria del Caribe (Colombia)
laura.vivas@cecar.edu.co · https://orcid.org/0000-0001-8808-201X
Kelly Romero-Acosta
Corporación Universitaria del Caribe (Colombia)
Kelly.romero@cecar.edu.co · https://orcid.org/0000-0002-6568-1316
Katy Arroyo-Alvis
Corporación Universitaria del Caribe (Colombia)
katy.arroyoa@cecar.edu.co · https://orcid.org/0000-0003-3171-0702
Resumen: El objetivo principal del presente estudio fue establecer la relación entre los estilos parentales, la estructura familiar y la percepción de la funcionalidad familiar en la aparición de conductas delictivas de los adolescentes pertenecientes al servicio social de la ciudad de Sincelejo. Para ello, se realizó un estudio de tipo cuantitativo, de nivel correlacional y de corte transversal, con una muestra de 181 adolescentes a quienes se les aplicó un cuestionario de caracterización Ad hoc y se les aplicaron los cuestionarios A-D de Seisdedos, el apego familiar y la escala de estilos parentales. Los resultados muestran relaciones significativas entre las conductas delictivas y una baja percepción de la funcionalidad familiar basada en la poca cohesión familiar, comunicación unidireccional, afirmaciones de poder, normas rígidas e inflexibles y poca implicación afectiva, propios de estilos de crianza autoritarios y negligentes. Estos resultados permitieron concluir que el factor familiar que incide de manera significativa en la adopción de conductas delictivas en los adolescentes es la percepción que estos tienen acerca del funcionamiento familiar y de los factores de apoyo, resolución de conflictos, participación en la toma de decisiones, establecimiento de límites y tolerancia a la crisis que encuentren presentes en el entorno familiar.
Palabras clave: Conductas delictivas, delincuencia juvenil, estilos parentales, estructura familiar, funcionalidad familiar
Association of parental styles, structure and family perception in the emergence of criminal behaviour in adolescents
Abstract: The main objective of this study was to establish the relationship between parental styles, family structure and the perception of family functionality in the appearance of criminal behaviors of adolescents belonging to the social service of the city of Sincelejo. To do this, a quantitative, correlational, cross-sectional study was carried out with a sample of 181 adolescents to whom an Ad hoc characterization questionnaire was applied and the AD questionnaires of Seisdedos, the family apgar and the parental style scale. The results show significant relationships between criminal behaviors and a low perception of family functionality based on poor family cohesion, one-way communication, assertions of power, rigid and inflexible norms and little affective involvement, typical of authoritarian and negligent parenting styles. These results allowed to conclude that the family factor that has a significant influence on the adoption of criminal behaviors in adolescents is the perception that they have about family functioning and support factors, conflict resolution, participation in decision-making, establishment of limits and tolerance to the crisis that are present in the family environment.
Keywords: Criminal behavior, juvenile delinquency, parenting styles, family structure, family functionality
Introducción
La adolescencia es la etapa del ciclo vital en la cual el individuo atraviesa una serie de cambios biológicos y psicológicos que lo llevan a enfrentarse al sentimiento de incomprensión por parte de los adultos y a sus cambios constantes de carácter, teniendo como resultado una búsqueda constante de identidad y aceptación social (Robles, 2008). Frente a esto, autores como Gaete (2015) y Tur et al., (2004), resaltan la importancia del rol de los padres en esta etapa del desarrollo a través de la supervisión parental, el apoyo, la comunicación y el respeto ya que los consideran factores protectores en la aparición de conductas disruptivas en los adolescentes.
Otros autores como Muris y colaboradores (2004); Jiménez y Rosser (2013) y Aguilar (2012), mencionan los estilos de crianza como un factor de riesgo vinculado a la comisión de actos delictivos, destacando los estilos de crianza coercitivos o autoritarios, permisivos y negligentes. No obstante, Sanabria y Rodríguez (2009), resaltan en mayor medida los estilos de crianza autoritarios, caracterizados por la escasa comunicación, las reglas inflexibles y la poca independencia, que da como resultado niños temerosos, irritables, rebeldes y agresivos.
Un estudio realizado por Ruiz et al., (2014), muestra que los hogares en los cuales predominen los intereses y la obtención de logros individuales, poco soporte afectivo y poca interacción entre los miembros de la familia, son factores que promueven la vinculación de los adolescentes con grupos de pares conflictivos. Esto, es sustentado por el estudio realizado por Frachia (2015) acerca de los tres factores de interacción disfuncional presentes en familias de adolescentes con conductas delictivas, donde identifica la negación, la cismogénesis simétrica y la rigidez. La primera, responde a la no resolución de conflictos internos del sistema familiar, la segunda se refiere al distanciamiento de los miembros de un sistema por cualquier motivo personal o conductual y la última alude a la poca flexibilidad en la imposición de normas y distribución de roles del grupo familiar. Sin embargo, existen otras investigaciones que presentan otros factores de tipo familiar asociados a la aparición de estas conductas en el adolescente, entre las que destaca el maltrato infantil, la paternidad y/o maternidad temprana y la presencia de disfunciones en la familia (Antolín, 2009), así como la constitución del núcleo familiar.
Frente a este último factor, algunos autores como Torrente y Rodríguez (2004), afirman que la desintegración familiar sumado a factores de estrés y conflictos familiares, son factores desencadenantes de conductas al margen de la ley, mientras que, otros autores como Estrada et al., (2015), señalan a las familias monoparentales y extensas como contribuyentes al desarrollo de las mismas. Este argumento, se encuentra basado en la tipificación de las familias expuestas por Cohen y Peluso (2010), citados por Frachia (2015), en la cual identifican cinco tipos de familias: familia nuclear, familia monoparental, familia extensa, familia ensamblada y familia de hecho. La familia nuclear, corresponde al sistema tradicional conformado por padres e hijos, la familia monoparental está delimitada por la ausencia de uno de los progenitores, ya sea por fallecimiento, abandono, divorcios, separación temporal o intermitente, en la familia extensa se encuentra un grupo de sujetos al cual pertenecen tíos/as, abuelos/as, primos/as, nietos/as y otros miembros pertenecientes a familias nucleares como yernos, cuñadas etc.; la familia ensamblada por su parte, se refiere a la ruptura de la pareja que conformaba una familia nuclear y ambas partes deciden formar un nuevo núcleo y la familia de hecho se refiere a aquella estructura familiar la cual no está compuesta bajo ninguna unión legal, es decir, la unión libre.
Sin embargo, a pesar de que la delincuencia juvenil es un fenómeno social que lleva un pico de alza en Colombia, en las cifras reportadas por la Policía Nacional (Ramírez y Arroyo, 2014; Goleman, 2002), las cuales ascendieron a 60.186 en el año 2020 en el periodo comprendido entre enero y agosto, en la región del Caribe se han realizado pocos estudios acerca de menores infractores que intenten encontrar algún tipo de asociación entre variables familiares y aparición de conductas delictivas. En este sentido, los estudios que se encuentran al respecto involucran alguna variable, como es el caso de Castillo et al., (2015) y Ramírez y Arroyo (2014), pero no hay antecedentes hasta la fecha que permitan profundizar en los factores incidentes en la conducta delictiva adolescente desde el área familiar, lo cual muestra el escaso abordaje investigativo de esta temática no solo a nivel regional sino específicamente en la ciudad de Sincelejo, a pesar del aumento de las situaciones delictivas presentadas en este sector del país, relacionadas posiblemente con las secuelas que ha dejado el conflicto armado en el departamento de Sucre. Esto último, debido a que Sucre ha sido un departamento altamente golpeado por la violencia desde la década de los ochenta, y, en la actualidad, cuarenta años después, el director de seguridad de la Policía Nacional señala que cada vez más son los jóvenes que se encuentran en la línea base de grupos al margen de la ley, en estructuras como el clan del Golfo, el ELN y las disidencias de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Frente a ello, la directora del Observatorio Javeriano de la Juventud, Marta Lucía Gutierrez Bonilla, apunta a que, debido a las condiciones de vida precarias, los jóvenes son reclutados por los grupos al margen de la ley ofreciéndoles oportunidades laborales, pero para el psiquiatra Rodrigo Córdoba, se debe más a un fenómeno basado en la crianza que puede estar teniendo fallas en el establecimiento de límites de construcción social (El Tiempo, 2020).
En este sentido, el presente estudio se lleva a cabo teniendo en cuenta la definición de dinámica familiar dada por Minuchin (2004) citado en Frachia (2015), en la cual menciona el sistema de roles, los lazos de pertenencia, las relaciones de afecto, los sistemas de comunicación y los métodos de resolución de conflictos como factores componentes de la funcionalidad familiar, y en la clasificación de estilos de crianza presentada por Craig (1997) citado por Aroca y Paz-Cánovas (2013), la cual se detalla en el Cuadro 1.
Cuadro 1
Estilos de crianza.
Estilos de crianza | Características |
---|---|
Autoritativo | Padres que inculcan la autonomía en sus hijos. Comunicación abierta, reglas flexibles, niños con mayor confianza personal, autocontrol, elevada autoestima, mejor desempeño escolar. |
Autoritario | Escasa comunicación, reglas inflexibles, poca independencia, niños temerosos, irritables, rebeldes y agresivos, niñas pasivas y dependientes en la adolescencia |
Permisivo | Restricción inexistente, amor incondicional, mucha libertad, poca conducción, no hay límites. Niños agresivos y rebeldes, auto comprensivo, impulsivos, en algunos casos activos, sociales y creativos. |
Negligente/Indiferente | No hay límite y falta de afecto. Los padres se concentran en su propia vida en algunas ocasiones negligentes. Niños, con conductas delictivas e impulsos destructivos. |
Recuperado de: Aroca y Paz-Cánovas (2013).
Finalmente, lo anterior demuestra la importancia de estudiar este fenómeno haciendo énfasis en el factor familiar y en aspectos relacionados no solo con estilos parentales, sino también con la estructura familiar y la percepción que tienen los adolescentes de la funcionalidad de la misma, intentando aproximarse a una respuesta que pudiese explicar la génesis de este fenómeno social.
Método
Diseño
El estudio se realizó bajo un enfoque cuantitativo, de tipo observacional, con un nivel correlacional y de corte transversal. Para la elección de la muestra se utilizó el muestreo probabilístico por racimos, siendo que la muestra viene dada por una unidad de análisis cuyas características se encuentran encapsuladas en una unidad muestral específica (Hernández et al., 2010).
Participantes
Para la realización de esta investigación, se contó con la participación de los estudiantes de diferentes Instituciones Educativas de la ciudad de Sincelejo de grados 8°, 9°, 10° y 11° que se encontraban prestando el servicio social obligatorio1. De esta manera, la muestra quedó conformada por 181 estudiantes con edades entre 13 y 18 años, la cual fue relativamente homogénea con prevalencia del sexo femenino (Ver tabla 1 de resultados).
Instrumento
Dentro de los instrumentos utilizados, se utilizó un cuestionario Ad Hoc para la caracterización sociodemográfica, en el cual se indagó acerca del sexo, edad, nivel de escolaridad, nivel socioeconómico, estado civil y estructura familiar, es decir, con quién vivían al momento de la aplicación de los instrumentos; de manera adicional se obtuvo información acerca de pertenecer a la población víctima del conflicto armado o de haber sufrido de algún hecho victimizante.
Para evaluar la percepción de la funcionalidad familiar, se utilizó el Apgar Familiar, (Smilkstein, 1978, citado por Suarez, M, y Alcalá en 2014), el cual mide dimensiones familiares tales como Adaptación, Participación, Gradiente de recurso personal, afecto y Recursos desde la percepción de los adolescentes. Este cuestionario consta de 5 preguntas las cuales son calificadas en una escala Likert que va de 0 – 3 teniendo en cuenta que, el 0 representa la ausencia total o Nunca, 1 representa la opción casi nunca, el 2 representa la opción de algunas veces, y el 3 corresponde a la opción de casi siempre. La interpretación de estos resultados dependerá de la suma de sus respuestas: Normal (7 – 10 puntos), Disfuncional moderado (4 – 6 puntos) y Disfunción severa (0 – 3 puntos).
Por su parte, para la evaluación del estilo parental impartido por los padres, se utilizó la prueba de Parenting Practices Escale for Childrens (Lempers, Clark-Lempers, y Simons, 1989), la cual es una prueba de tipo auto-informe en la que los participantes evalúan el estilo de crianza impartido por sus padres desde su propia percepción. Se trata de una lista de afirmaciones en la que las respuestas son tipo Likert con valores oscilantes entre 1 (Nunca) y 5 (Muy frecuentemente) las cuales evalúan 5 dimensiones de la práctica parental: Apoyo, Inducción, Supervisión, Garantizar la autonomía, Castigo y Retirada del afecto, con un alfa de Cronbach de 0,79 y 0,76 para dimensiones paternas y maternas en cuanto a Apoyo, 0,86 y 0,86 para inducción positiva, 0,89 y 0,83 supervisión, 0,82 y 0,65 para la garantía de autonomía, 0,80 y 0,79 para castigo y 0,71 y 0,63 para la retirada del afecto (Rodríguez y Cortés; 2017).
Por último, se aplicó la prueba A-D de Seisdedos (1995), aplicado a jóvenes y adolescentes (11 – 19 años), para la medición de conductas antisociales y delictivas presentes en los participantes. Actualmente consta de 40 ítems los cuales son divididos en dos partes iguales para la evaluación de los dos aspectos de la conducta con una posibilidad de respuesta dicotómica (Si – No) tomando valores de 0 – 1, donde la puntuación directa se tomará a partir de las afirmaciones contestadas con “Si” en cada uno de los aspectos evaluados.
Procedimiento y Análisis de datos.
Este estudio se llevó a cabo en tres fases:
Fase 1. Se determinó el tamaño de la muestra para una población de 247 estudiantes por medio del programa Excel 2010, el cual arrojó una muestra mínima de 151 estudiantes para una muestra representativa, con un nivel de confianza del 95%, un porcentaje estimado del 50% y un margen de error de 0,05 (5%). Posterior a esto, se obtuvo la autorización de la entidad de socorro Defensa Civil Colombiana (DCC), la cual se encuentra a cargo del Servicio Social de las Instituciones participantes, para dirigirnos a las instalaciones donde se presta este servicio y tener un primer contacto con los participantes; seguidamente, se les explicó a los alumnos la finalidad de la investigación, su participación de tipo voluntaria y la confidencialidad de los datos a recoger.
Durante la primera fase, se obtuvo el apoyo logístico de los instructores a cargo de la prestación del Servicio Social para la entrega de los consentimientos informados y la recolección de datos socio – demográficos en donde se recogieron datos como el sexo, la edad, nivel de escolaridad, estado civil y nivel socio – económico. De manera adicional se recogió información acerca de haber sido víctima de desplazamiento o de otro hecho victimizante.
Fase 2: Se aplicó la batería de prueba construida, la cual incluye los siguientes instrumentos de evaluación: Escala A – D (Seisdedos, 1995), Escala de estilos parentales y el Apgar familiar.
La evaluación tiene una duración aproximada de 30 minutos; y se realizó en espacios acordados dentro del plantel educativo, controlando en lo posible condiciones de ruido, luz y ventilación.
Fase 3: Una vez finalizado el proceso de evaluación, se procedió al análisis de los datos. Inicialmente se creó una base de datos en el programa Excel Office 2010 donde se anexaron todas las variables tanto de los datos descriptivos de la población como de los instrumentos aplicados.
Posteriormente, para su respectivo análisis estadístico se empleó el programa SPSS 10.0. Se utilizaron estadísticos de frecuencia, porcentajes y medidas de tendencia central para los datos de tipo descriptivo y la forma estadística R-Pearson para los datos correspondientes al análisis de tipo correlacional. De manera adicional se utilizó el ANOVA para la comparación de variables cuantitativas entre grupos como el sexo y la presencia de hechos victimizantes con las conductas delictiva.
Resultados
Los resultados de esta investigación se encuentran representados en tablas de frecuencia, que corresponden a los datos recogidos sobre las variables de estudio: estilos parentales, estructura familiar, percepción de funcionalidad familiar y presencia de conductas delictivas en la población estudiada. Estos resultados se presentan inicialmente de manera individual y, posteriormente se muestra la correlación entre las variables estudiadas.
En lo que respecta a los aspectos de las variables socio – demográficas, las características de la población se muestran de la siguiente manera:
En cuanto la variable sexo se evidencio una muestra relativamente homogénea entre ambos sexos cuya diferencia fue de 9.3%, con prevalencia al sexo femenino; en la misma línea, en lo referente al nivel económico se encontró predominio del nivel socio-económico medio en un 70%, y, en cuando a la edad, se muestra que el 97.3% de la población es menor de 18 años de edad, siendo la media 15 años de edad representada en el 43% de la población.
Por otra parte, en cuanto al nivel de escolaridad se puede observar que en su mayoría pertenecían al grado 9º (53.6%), siendo el grado 8º el de menor presencia en la muestra seleccionada. A su vez, en lo que respecta al estado civil de los participantes, la prevalencia en un 92% fue del estado soltero. De manera adicional es importante mencionar que un 23% de la población participante manifestó ser víctima de desplazamiento y un 11% afirma haber sido víctima de otro hecho victimizante (Ver tabla 1)
Tabla 1
Datos socio – demográficos.
Variable | Categoría | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|---|
Sexo |
Mujeres Hombres |
96 85 |
54.1 44.8 |
Nivel económico |
Alto Medio Bajo |
8 129 44 |
4.4 70.5 24.0 |
Edad |
13 14 15 16 17 18 |
10 49 79 29 11 3 |
5.5 26.8 43.2 15.8 6.8 1.6 |
Escolaridad |
8 9 10 |
5 98 78 |
2.7 53.6 42.6 |
Estado civil |
Soltero Casado Unión libre |
170 2 9 |
92.9 1.1 4.9 |
Víctima desplazamiento |
Si No |
42 138 |
23.3 76.7 |
Hecho victimizante |
Si No |
21 160 |
11.6 88.4 |
1. Estilos parentales.
En relación los estilos parentales, se encontró que los más utilizados en los hogares de estos adolescentes fueron el Autoritativo y el permisivo, con un 37% y 32% respectivamente. Esto quiere decir que los participantes perciben en mayor medida un estilo parental caracterizado por padres que inculcan la autonomía a los hijos, la comunicación abierta y reglas flexibles, lo cual corresponde al estilo de crianza Autoritativo, y el cual forma individuos con mayor confianza personal, autocontrol y autoestima elevada. Por otra parte, otro porcentaje de la población percibe una educación basada en la poca restricción normativa e inexistencia de límites, lo cual caracteriza al estilo de crianza permisivo, y suele formar individuos agresivos, e impulsivos, aunque pueden presentar otros rasgos de personalidad como la creatividad y la sociabilidad, tal como se muestra en la Tabla 2.
Tabla 2
Estilos Parentales
Variable | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Estilo parental | ||
Autoritario | 40 | 21.9 |
Autoritativo | 69 | 37.7 |
Permisivo | 59 | 32.2 |
Negligente | 12 | 6.6 |
2. Percepción de la funcionalidad familiar.
De acuerdo a la percepción de la funcionalidad familiar, se encontró que el nivel de funcionalidad de la población evaluada indica algún grado de disfuncionalidad familiar (39.4%); lo que se traduce en la poca o nula capacidad para la utilización de los recursos familiares en la resolución de conflictos, baja participación de los integrantes del sistema familiar en la toma decisiones, poca cohesión familiar y la no atención a las necesidades emocionales y físicas de otros miembros de la familia, tal como se muestra en la tabla 3.
Por otro lado, es pertinente precisar que, pese a lo anterior, la mayoría refiere adecuada visualización de los sistemas de roles, autoridad en los padres y límites diferenciados, los cuales son caracterizados por la presencia de reglas que determinan la participación de los integrantes del subsistema, flexibilidad y precisión generando contacto efectivo, autonomía y capacidad de resolución de conflictos internos. Sin embargo, un 12% de la población puntuó con disfuncionalidad severa.
Tabla 3
Percepción de la funcionalidad familiar.
Variable | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Percepción de la funcionalidad familiar. | ||
Disfuncionalidad severa | 23 | 12.6 |
Disfuncionalidad moderada | 49 | 26.8 |
Normal | 108 | 59.0 |
3. Conductas delictivas.
En cuanto a las conductas delictivas presentes en la muestra de estudio, se evidencia mayor inclinación hacia la transgresión física de las personas, expresado en una media de 4.74, lo que se traduce en conductas que van más allá de la violación de la ley; por lo tanto, se consideran de tipo antisocial más que delictiva, las cuales presentaron una media de 1.01. Esta información puede observarse en la tabla 4.
Tabla 4
Conductas delictivas.
N | Media | Desviación estándar | |
---|---|---|---|
Antisocial | 181 | 4,74 | 3,766 |
Delictivo | 181 | 1,01 | 2,243 |
4. Estructura familiar.
En cuanto a la conformación familiar de los participantes, el tipo de familia más representativo de la muestra fue el nuclear (51%), el cual responde al tipo de familia tradicional compuesto por padres e hijos, y la menos prevalente fue el tipo de familia reconstruida con un porcentaje del 4%, la cual es caracterizada por la ruptura de la pareja que conformaba una familia nuclear y ambas partes deciden formar un nuevo núcleo, como se muestra en la tabla 5.
Tabla 5
Estructura familiar.
Variable | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Estructura familiar. | ||
Nuclear | 95 | 51.9 |
Monoparental | 45 | 24.6 |
Extensa | 33 | 18.0 |
Reconstruida | 8 | 4.4 |
1. Asociación entre estilos parentales, función familiar, estructura familiar y conducta delictiva.
Finalmente, en lo que corresponde a la correlación de las variables de la presente investigación, se encontró que, a mayor percepción favorable de la funcionalidad familiar, menos presencia de conductas al margen de la ley. Asimismo, los resultados evidencian que la percepción favorable de la familia se encuentra relacionada por la presencia de estilos parentales donde primen la buena comunicación familiar, la cohesión entre los miembros, la responsabilidad en la atención de las necesidades de los miembros del sistema y las demostraciones afectivas, presentes en estilos autoritativos. Por otro lado, se muestra que, resultados asociados a una mala percepción de la dinámica familiar, se encuentran asociados a estilos parentales donde priman las normas rígidas e inflexibles, la comunicación unidireccional, la poca implicación afectiva por parte de los padres y la escasa motivación, correspondientes a estilos de crianza negligentes y autoritarios; por lo tanto, son más propensos a cometer actos antisociales, tal como se muestra en la tabla 6.
Tabla 6
Asociación entre estilos parentales, función familiar, estructura familiar y conducta delictiva.
Conductas delictivas y antisociales | Estilos de crianza | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
Delictiva | Antisocial | Autoritario | Autoritativo | Permisivo | Negligente | |
Estructura familiar | ,104 | ,083 | ,059 | -,059 | -,037 | ,037 |
Apgar | -,047 | -,308** | -,448** | ,448** | ,360** | -,376** |
Discusión y conclusiones
La presente investigación ha permitido llevar a cabo el objetivo principal de este estudio, el cual se centró en determinar la asociación existente de los estilos parentales, la estructura familiar y la percepción de la funcionalidad familiar en la aparición de conductas delictivas de los adolescentes pertenecientes al Servicio Social de la ciudad de Sincelejo.
Los resultados del estudio arrojaron enlaces significativos entre las variables estudiadas, mostrando, por ejemplo, que los estilos parentales que presentan normas rígidas y minuciosas, comunicación unidireccional, poca cohesión familiar y afirmaciones de poder propios de estilos de crianza autoritarios, se relacionan con la presencia de conductas delictivas e incluso antisociales entre los agentes fraternos del sistema, es decir, los hijos. Ante esto, Minuchin y Fishman (2004), mencionan que aquellos estilos de crianza que se encuentran bajo el total control, poca comunicación y roles parentales periféricos, darán como resultado la aparición de conductas disruptivas. Por consiguiente, como lo sugiere Frachia (2015), este estilo de crianza, no generaría factores de protección al sistema familiar, sino que, por el contrario, promueve el riesgo a la delincuencia juvenil.
Teniendo en cuenta esto, se podría decir que los estilos autoritarios y negligentes estarían asociados al desarrollo de conductas disruptivas, ya que se puede apreciar la indiferencia por parte de los padres ante las conductas de los menores en el caso de estilos negligentes y la presencia de castigos reiterativos, ausencia de alabanzas y normas inflexibles en estilos autoritarios. Frente a esto, los resultados de Estrada, Rodríguez, Cerros y Solano (2017), muestran afinidad con lo expuesto resaltando que la aparición de conductas disruptivas se evidencia mayormente en estilos de crianza negligentes, puesto que la indiferencia expresada en el reforzamiento de las actitudes negativas y positivas generan confusión en el menor ante lo que es correcto o incorrecto, dando como resultado la no diferenciación entre los castigos y los reforzamientos en las conductas. De igual manera, Aguilar (2012), coincide con lo mencionado, indicando que la inconsistencia disciplinaria y la falta de supervisión propios de los estilos parentales negligentes, así como el castigo constante y la coerción entre los miembros del sistema, propios de estilos autoritarios, son factores de riesgos para las conductas violentas en los adolescentes.
Contrario a esto, Bravo, Sierra y Del Valle (2009), indican que la relación con las prácticas parentales en las que prima el estilo de crianza permisivo son las que se asocian a las conductas disruptivas, ya que se caracteriza por la no afirmación de la autoridad y la restricción de normas por parte de los padres y la tolerancia ante los impulsos del menor accediendo a sus imposiciones.
Por su parte, los estilos parentales que mostraron normas claras, manifestaciones de afecto, disciplina dirigida y comunicación asertiva, donde se atendían a las necesidades de los menores, fomentan la capacidad de resolución de conflictos de manera efectiva permeando el autocontrol, las competencias y las conductas pro sociales que permiten desarrollar mejores posiciones ante los conflictos. Con respecto a esto, algunos autores como Tur et al., (2004), afirman que los buenos hábitos de crianza en donde se inculque la autonomía, el apoyo, la disciplina y la satisfacción de los adolescentes, promueven la aparición de conductas socialmente aceptadas.
En cuanto a la constitución familiar, expresada por Salazar et al., (2011) y Estrada et al., (2017), como factor incidente en el desarrollo de conductas delictivas en adolescentes, no se encontraron asociaciones significativas que pudiesen evidenciar que la manera en la que se encuentre conformada la familia sea un factor influyente en la comisión de actos delictivos, ya que los resultados de este estudio muestran que el mayor porcentaje de sujetos se encuentra en hogares nucleares (51%) y estos, a su vez, arrojaron tener presencia de conductas de tipo antisocial (M=4,74), lo cual no permite establecer con certeza que una familia estructurada sea considerada un factor protector para el desarrollo de este tipo de conductas. Esto es apoyado por Velazco, Galicia y Ojeda (2018) y, Torrente y Ruíz (2005), quienes afirman no haber establecido una relación significativa entre un tipo de familia específico y la aparición de conductas delictivas, razón por lo cual, conciben que son otro tipo de factores familiares los que pudiesen estar asociados a esta problemática social tales como el clima familiar bajo el cual se desarrollen los adolescentes.
Con base a lo anterior, se puede pensar que según la perspectiva del adolescente, las familias de tipo nuclear pueden presentar disfunciones familiares, teniendo en cuenta que la funcionalidad familiar no solamente se basa en la distribución compartida de roles y en el establecimiento de jerarquías en un sistema, sino también en factores como apoyo, contención emocional, resolución de problemas, sistema de toma de decisiones, maduración de los participantes del sistema y la atención recibida ante las necesidades de los otros miembros (Minuchin et al; 2004), lo cual no es garantizado por pertenecer a un tipo de familia específico. Por consiguiente, tal hecho reflejaría la necesidad de más estudios investigativos en el departamento en torno a esta temática.
Por otro lado, los resultados de esta investigación discrepan con Valenzuela et al; (2013), los cuales afirman que las familias de tipo monoparentales son más propensas a generar conductas violentas en los hijos, ya que se caracterizan por tener relaciones frívolas, apegos inseguros, poca supervisión parental y conflictos parentales constantes lo que promueve la disfunción familiar. Asimismo, varios autores afirman que este tipo de familias monoparentales en donde prima la figura materna, son hogares de tipo criminógenos ya que existe poco apoyo emocional, menos interacción madre – hijo y varias figuras paternas al tiempo imponiéndose sobre el menor como lo son, por ejemplo, los abuelos, tíos, primos, etc., lo que conlleva a que la madre sea desautorizada en repetidas ocasiones por estos (Estrada et al., 2017 y Torrente et al., 2004).
En esta misma línea, Frachia (2015), esboza que las familias extensas y reconstruidas, donde se encuentran hijos de dos, o más núcleos familiares distintos son un factor de riesgo en el adolescente ya que generan uniones tempranas, embarazos adolescentes, peores puestos de trabajo y disgregación de núcleos familiares, los cuales son factores favorables al delito.
Por último, uno de los factores de tipo familiar que más figura como implicado en el desarrollo de conductas delictivas, es la manera en la que los adolescentes están percibiendo su ambiente familiar, es decir, de qué manera aprecian la educación impartida por sus progenitores y/o demás familiares dentro del sistema. Esto se considera de gran importancia ya que es de común conocimiento que suelen existir discrepancias entre la manera en la que los padres creen que actúan de manera correctiva frente a los hijos y la manera en la que estos últimos reciben y asumen este tipo de correcciones.
Es así, como los resultados de esta investigación muestran que los sistemas familiares en donde se percibió mayor interés hacia las necesidades del adolescente, comunicación fluida, claridad de roles y de autoridad, límites precisos, capacidad de resolución de conflictos y la participación activa de los agentes en la toma de decisiones familiares, presentes en el 59% de la población, favorecieron en cierta medida la visión que tiene el adolescente ante la educación impartida por los padres; esto se encuentra en concordancia con Ruiz, et al., (2014) los cuales hallaron que una mayor cohesión familiar, organización y autonomía entre los miembros, promete mayor generación de conductas pro sociales en los adolescentes. Esto, teniendo en cuenta, que la fase de desarrollo por la cual se enfrenta el sujeto en la adolescencia se encuentra influenciada por la necesidad de reconocimiento tanto familiar como social a lo que se suman las motivaciones y los intereses personales, por lo que la supervisión de los padres, el apoyo y la comunicación constante suelen jugar un papel importante en el modelamiento de las conductas en esta etapa evolutiva.
En este sentido Frachia (2015), menciona que la no tolerancia al conflicto evitando la responsabilidad de los actos, la poca interacción familiar, el desconocimiento del otro dentro del sistema, en las cuales se adopte conductas en las que interese solo el bienestar propio, las discusiones, los gritos, las amenazas, la distancia emocional y el desapego son factores de riesgo importantes en el desarrollo de conductas no solo delictivas, sino también antisociales. En consecuencia, otros estudios sugieren que bajos niveles de calidez emocional, sumados a altos niveles de rechazo, control e inconsistencias en cuanto al apoyo percibido y las disfunciones familiares son factores generadores de conductas hostiles en los adolescentes (Muris et al, 2004; Salazar et al., 2011).
Cabe destacar que existen otros factores de tipo social que podrían promover la comisión de actos delictivos y que surgieron secundariamente en el estudio, tal es el caso de las variables “víctimas de conflicto armado” y “haber sufrido de algún hecho victimizante”, a los que pertenecen el 34,9% de la muestra. Frente a esto, Morales (2018), afirma que el conflicto armado en Colombia ha dejado secuelas en la salud mental de las víctimas que van desde los traumas psicológicos, angustia y depresión hasta el desarrollo de conductas violentas. Teniendo en cuenta las cifras de adolescentes victimas del conflicto armado en Colombia, es de esperarse que las conductas violentas y agresivas vayan en aumento en este segmento de la población como expresión de emociones negativas tales como el resentimiento, la culpa y la ira. De esta manera, para Aristizábal y colaboradores (2012), la conducta violenta de los adolescentes víctimas del conflicto surge como la compensación de la indefensión y los maltratos a los que fueron sometidos, asumiendo un rol opuesto al de víctima, reflejando en la conducta delictiva los sentimientos de resentimiento, rencor y rabia que descargan a través de la agresión, lo cual podría explicar el alto porcentaje de adolescentes con conductas delictivas arrojados por este estudio, relacionado con la alta prevalecía de adolescentes que han sido víctimas del conflicto armado o de algún hecho victimizante. Sin embargo, sería necesario comprobarlo en futuras investigaciones, ya que no es concluyente en este estudio por falta de datos, debido a que esta variable no se incluyó como objetivo de investigación.
A nivel general, se puede concluir que las conductas delictivas en los adolescentes se encuentran estrechamente relacionadas con el componente familiar, dado que es el primer sistema al cual el individuo pertenece y que es responsable del desarrollo efectivo en todas las áreas que componen al ser humano. Es por ello que la relación que establezcan los padres hacia los hijos en cuanto a la organización del sistema, propone un punto esencial en el desarrollo moral de estos, dado que un sistema de reglas y normas claras, límites establecidos, niveles de apoyo e interacción constante y generación de autonomía suelen ser factores de protección ante la aparición de conductas disruptivas.
Así mismo, la manera en la cual se encuentra constituido el sistema familiar, no refleja una relación directa en la aparición de conductas al margen de la ley; así pues, estructuras familiares nucleares, monoparentales, extensas o de hecho, tienen el mismo riesgo de albergar hijos (as) adolescentes que cometan este tipo de conductas, ya que, a pesar de que quedó expuesto que la dinámica familiar es importante en el desarrollo moral y conductas delictivas de los adolescentes, ningún tipo de estructura familiar asegura una buena funcionalidad de la misma, debido a que se encuentran inmersos diversos factores de tipo personal y relacional que inciden de manera significativa en la construcción de la dinámica en los sistemas paternos-fraternos.
Finalmente, en cuanto al estilo parental impartido por los padres, este se encuentra relacionado tanto con la manera en la cual el adolescente percibe la funcionalidad de su entorno familiar, como con el desarrollo de conductas disruptivas. Es así como estilos parentales autoritarios y negligentes, propician la aparición de conductas violentas y antisociales. Por lo tanto, se puede afirmar que la presencia de normas rígidas, inflexibles, la proporción de castigos mayor a la de los halagos, las afirmaciones de autoridad basadas en el poder, la poca cohesión familiar y la ausencia de comunicación, suelen ser un factor de riesgo no solo para el desarrollo de conductas delictivas, sino, además, de conductas antisociales en los adolescentes. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que impartir estilos de crianza donde los límites suelan ser flexibles y el menor tenga decisión exclusiva frente a aspectos como resolución de conflictos y toma de decisiones globales, también pueden ser considerados como factores de riesgo para el adolescente.
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